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viernes, 3 de junio de 2011

Crónica: Carnaval de invierno en Corque, Bolivia por Javier Claure C.



(Estocolmo) Javier Claure C.  *


Bolivia, ubicada en el corazón de América del Sur, es uno de los países en donde conviven diferentes etnias y razas. Entre sus valles, selvas y montañas existe una vasta cultura ancestral.
El departamento de Oruro, situado a 3700 metros sobre el nivel del mar, ofrece cada año un hermosos espectáculos folklóricos. El Carnaval de Oruro, ostenta el título de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Título otorgado por las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Las demás ciudades y pueblos, a lo largo y ancho del país, también tienen festividades y expresiones culturales. El municipio de Corque, enclavado a 70 kilómetros hacia el Oeste de la ciudad de Oruro, fue creado el 5 de septiembre de 1826 durante el Gobierno del Mariscal Antonio José de Sucre. En tiempos precoloniales Corque tuvo tres nombres: Ka´rankas, Tayka Mark´a y Qurqui Mark´a. 
Con la llegada de los españoles, en el siglo XVI, la religión católica se asentó en todo el continente latinoamericano. Los misioneros religiosos, con el cura Vicente Valverde a la cabeza, ingresaban a los desiertos, bosques y serranías para catequizar a los llamados "indios” equivocadamente. Con la cruz y la espada se construyeron iglesias en los pueblos y ciudades. De este modo, los Apóstoles San Pedro y San Juan se convirtieron en los patrones de Corque. Y, día a día, van protegiendo sus montañas, calles, viviendas y a los habitantes de este pueblo milenario.
Corque, siendo la capital de la provincia de Carangas, brinda una espléndida fiesta cultural denominada el “Carnaval de invierno”. Cada 24 de junio en medio del viento, de las madrugadas semi oscuras y del frío del altiplano boliviano; las autoridades originarias, políticas, municipales de Corque junto a los pasantes (familia anfitreona de la fiesta. Cada año se elige una nueva familia), dan inicio a una grandiosa manifestación cultural. Desde mediados del siglo pasado, cientos de bailarines, devotos y curiosos se dan cita, en este lugar, para rendir homenaje a San Pedro y San Juan.
Según el padre Francisco Macedo del Ayllu (poblado de la comunidad indígena) Collana, San Pedro hace su aparición de la siguiente manera:
Al celebrarse la fiesta de la comunidad Jesús de Huayllapacha, un día de junio, se apareció un humilde anciano y pidió un poco de comida, pero en la fiesta no le dieron mucha importancia. Después de un momento, a una de las señoras le impresionó muchísimo la presencia del desconocido anciano. Se acercó hacia él y le preguntó, qué hacía y de dónde venía. Al responder se puso a lagrimear y la senõra le contestó en aymará. Le dio de comer y de beber. Y con una parte de su manta, secó las lágrimas del anciano. Como agradecimiento a este caritativo gesto, el anciano le dijo a la señora: “me voy a la lomita de Kala a caballo, busca a tu marido, a tus hijos y retornen de imnediato a casa”. Apenas partió el anciano, la señora miró a su manta y se dio cuenta que desprendía un brillo color oro, resultado de las lágrimas del aquel hombre que había pedido alimento. Sorprendida quiso comunicar a los demás, pero ese brillo había desaparecido. Sin pensar dos veces, obedeció las ordenes del anciano y se fue de la fiesta con toda su familia. Posteriormente, la tierra empezó a temblar produciendo un terremoto nunca visto antes en el lugar. Desapareció el pueblo de Huayllapacha. La familia de la señora, viendo aquella desgracia, comprendió que el anciano era San Pedro, quien dio muestras de su llegada y nadie apreció su significación. Entonces castigó a la población con ese desastre telúrico.
Mientras que San Juan, cuenta la historia, en su camino por el altiplano se puso a descansar en Wila Wila, después en Quripata. Luego siguió su camino hasta llegar a Kañallpata y finalmente se quedó en Corque para siempre. Estos dos personajes religiosos unen a los feligreses bajo un manto de alegría y rituales. La Asociación de Conjuntos Folklóricos de Corque, presenta direfentes conjuntos de morenadas, en donde los bailarines hacen su entrada, por las calles de Corque, con gran devoción; para que se cumplan sus promesas concedidas por los Apóstoles de la comunidad. La danza de los morenos, es una sátira a los españoles de la Colonia que llegaron para explotar las minas con la Biblia en una mano, y con un látigo en la otra. Las máscaras de morenos son de yeso y representan a los esclavos que trabajaban en las minas y en la agricultura, bajo el dominio de un capataz español.
También se realizan rituales de Wilancha para que la fiesta transcurra sin disturbios y sea una expresión pagana-religiosa. La Wilancha es un ritual que se lleva a cabo en la madrugada, cuando el sol está saliendo. Se sacrifica una llama blanca y con la sangre se ch´alla (ceremonia, fiesta en la cual se riega aguardiente) a la Pachamama (Madre Tierra). Es decir, la tierra se nutre de ese líquido sagrado y los achachilas (abuelos ancestrales) reciben la sangre como ofrecimiento de las personas que realizan el ritual. Así los seres humanos logran un equilibrio con la naturaleza para que el tiempo, el mundo y las fuerzas del Universo sigan su curso sin perturbaciones.

 (c) Javier Claure C.

*escritor boliviano radicado en Suecia
Estocolmo

imagen: Morenada central 

(c) fotografía: Javier Claure C.  





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